12/02/2017 by marioregueira

Aeropuerto Rosalía de Castro

En Liverpool no hay un Auditorio John Lennon, pero sí hay un aeropuerto. En Rio de Janeiro uno de los dos, el antiguo Galeão, está dedicado Antonio Carlos Jobim, que lo mencionaba en Samba do Avião y que, segundo parece, tenía además miedo a volar (el otro está dedicado al pionero de la aviación Santos-Dumont, para compensar). Los criterios que emplean los países para estas cosas son siempre ambiguos. Tengo la sensación de que la mayoría de las veces es una mezcla de atracción turística y de honra menor y que en muchas ocasiones se ponen nombres a aeropuertos que nunca llevarían otras cosas más importantes. Otras veces la política es no tocar los topónimos originales para no hacerlo peor. Seguramente mi opción favorita.

Adaptada de Above Us Only Sky de Martjin Van Es – CC BY-NC-SA 2.0

No me opongo, aún así, a que Rosalía de Castro dé nombre al aeropuerto de Compostela, simplemente me pregunto si fue un movimiento inteligente. El principal argumento que escucho dice que Rosalía va a dar la bienvenida a miles de visitantes de todo el mundo. En mi última visita a Edimburgo, llegando a la estación de tren de Waverley fui consciente por primera vez de que estaba bautizada en honor de una novela (y ciclo narrativo) de Walter Scott. Las citas del autor, que tiene en la ciudad el mayor monumento nunca dedicado a un escritor, daban la bienvenida a quien viajaba sin que nadie tuviera la idea genial de marcarlo en un epónimo. En cierto sentido, la relación entre Edimburgo y su hijo Walter Scott es tan intensa que ciertas cosas están de más. ¿Será que Compostela fracasó a la hora de marcar su relación con la poeta romántica hasta el punto de tener que estampar su nombre en la puerta de entrada?

Edimburg from Scott Monument, Oliver-Bonjoch, CC BY-SA 3.0

Personalmente creo que hay homenajes mucho más acertadas y que no precisarían del visto bueno del Ministerio español de Fomento. Sin entrar en las múltiples referencias rosalianas que hay en la propia ciudad, estoy seguro que incluso cosas como asegurar el empleo del gallego por parte de las compañías aéreas o la disponibilidad de literatura en nuestra lengua en la terminal están mucho más en el espíritu de Rosalía que la simple adopción de un nuevo nombre para Lavacolla. También son mucho más difíciles y requieren de un trabajo constante, claro.
Una segunda cuestión es en que medida la memoria de Rosalía, sin ninguna relación estrecha con Lavacolla ni con la aviación, puede servir para ocultar otros elementos históricos.
Yo tenía una propuesta clara, sin ninguna relación con Lavacolla: el único aviador galleguista que tuvimos, Elixio Rodríguez, de quien el país gallego precisaría una poca de su suerte prestada. Pero aparte de mi apuesta personal, hay otra aún menos evidente que sin embargo apela la una relación íntima con el propio aeropuerto. Pasaría por reivindicar su pasado como campo de concentración franquista. Aunque se hicieron homenajes, y hay alguna placa, siempre lejos de la vista de los pasajes y del turismo, es preocupante que mucha gente desconozca que el aeropuerto fue construido con mano de obra esclava de prisioneros de la Guerra Civil Española.

Insignia de piloto, República española, Pla – CC BY-SA 3.0

Supongo que un nombre como Aeropuerto Internacional Antifascistas de Lavacolla está fuera del debate, reabre viejas heridas que una autora, gallega y española como Rosalía está lejos de poder tocar. También quedaría mal a la hora de comprar souvenirs en alguna de las tiendas, que seguro saldrán ganando al representar la efigie de la poeta. A fin de cuentas, más que de su legado ético y literario, este pueblo es heredero del viejo costumbre de hacer de Rosalía una feria.

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