31/05/2016 by marioregueira

La resaca de mayo

Sirkuselefanter

Adaptada de Sirkuselefanter (1962), Municipal Archives of Throndheim. –CC BY 2.0 

El mes más crudo no es abril, sino mayo, que es el mes de las Letras Gallegas. Cuando acaba de pasar mayo las ciudades quedan igual que cuando acaba de pasar el desfile de un circo con elefantes y majorettes de esas que hacen malabarismos con el palo de la bandera. El suelo está repleto de poemas de Manuel María y de los artículos y publicaciones que se le dedicaron y una sensación de resaca invade la ciudad. Por lo menos no ha sido como el año pasado en el que una fiera peligrosa escapó de manos de los domadores y creó el pánico en la ciudad entre la mayoría, aunque se dejara acariciar por algunos. Sin embargo, como todos los años, y aunque no podamos abstraernos de todo del desfile que toma las calles, nos preguntamos si realmente vale la pena. De verdad es esto lo que conviene a la cultura gallega, a la difusión de su literatura, a los propios homenajeados? (usamos el masculino porque son 52 hombres y sólo tres mujeres). No será hora de reservar las calles de la ciudad para pasear, incorporar varones entre las majorettes, mujeres entre los domadores y mandar los elefantes a pastar?

El día de las Letras Gallegas fue una festividad creada contra el franquismo. No durante la guerra, sino mucho más tarde, a comienzos de los años sesenta, cuando la gente de Galaxia comenzaba a dejar atrás el fantasma de la persecución política e iba entrando en instituciones como la Real Academia Gallega. La conversión de la Academia de elemento folclórico franquista en una herramienta de difusión de la cultura gallega es algo que se les debe, aunque no se pode negar que eso implicaba un cierto diálogo con el franquismo, un papel de mediación que Galaxia abrazó sien muchos traumas, llegando a enfrentarse con organizaciones que ejercían la oposición directa a éste. Las Letras Gallegas nacen de esa mediación, creadas en 1963 y dedicadas a Rosalía de Castro, un año después permitían celebrar a Castelao con el permiso del régimen. No al Castelao político, claro, pero había algo innegablemente político en dedicarle una festividad al mayor representante del Partido Galeguista, aunque fuera como humorista o literato. Que el franquismo tolerara ese tipo de homenaje facilitó también que Castelao pudiera ser reeditado, aunque con un enorme control sobre el tipo de escritos que podían ver la luz. Sin las Letras Gallegas nada de eso sería posible, aunque también es cierto que la actitud de sometimiento a las directrices de la dictadura no benefició mucho al galleguismo y sin duda facilitó la futura fagotización y manipulación de Castelao por parte de la derecha españolista.

Lion.Medrano.Tamer, adaptada del usuario de Flickr felicito rustique, jr. –CC BY 2.0

Desde entonces el Día de las Letras se viene celebrado sin interrupción y con pocas o ninguna modificación. Las reglas arbitrarias siguen en pie, el protagonismo de la Academia no se ha modificado un ápice y la transición de aquellos tiempos duros a estos tiempos duros no ha sido demasiado buena. No sólo por las cuestiones referentes a las elecciones de la Academia o a la dejadez respecto a cuestiones como el género, inherentes a la propia institución. Una fiesta que nace con un valor simbólico tan marcado y asociado al resistencialismo no vuelve a ser la misma fuera de esas coordenadas. Aun así, la dependencia de los ritmos culturales gallegos del diecisiete de mayo es excesiva. El suelo de la ciudad está lleno de poemas de Manuel María, y es probable que nunca jamás lo volvamos a ver así. La cantidad de publicaciones y la difusión del autor se olvidarán enseguida, y tampoco es que haya mucho margen para hacer una crítica objetiva de su obra en medio de una celebración como esta, donde cada vez ganan más espacio las frivolidades publicitarias encarnadas en bolsas de supermercado. Por otra parte creo que el esfuerzo editorial gallego podría estar mejor empleado que en sacar cinco biografías y tres antologías del mismo autor en un plazo de meses. Un autor al que será difícil volver a dedicar un monográfico en los próximos años y que nunca disfrutará de un estudio como el presente, pues ni siquiera gigantes literarios como la propia Rosalía de Castro pueden repetir homenaje en el Día de las Letras. Nunca habrá otro Castelao, pero es que la función del 17 de mayo ya no debería ser la de erguir un tótem simbólico que por un día haga creer que existimos incluso bajo el ahogo de una dictadura.

Es cierto que no es la única institución extraña que hay en Europa. Cuando pienso que Gales y Escocia tienen un cargo llamado poeta nacional que se da en vida me alivia pensar que nunca veremos esa tragedia en nuestra cultura, donde la gente es capaz montar dramas por un puesto en la Academia o por un me quita de ahí esa feria del libro. En cualquier caso, en este momento de mayo, mientras las bolsas que homenajean a nuestros autores comienzan a ser recicladas cómo bolsas de basura, la resaca de una fiesta salvaje martillea en cabeza y nos hace desear que algún día los elefantes arrasen con todo en desbandada y las majorettes se hagan dueñas de la ciudad.

Seminoles

Seminoles, del usuario de Flickr Prayitno –CC BY 2.0

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