28/04/2018 by marioregueira

Roald Dahl y las vacunas

Como todos los años, la OMS declaró la última semana de abril como Semana Mundial de la Inmunización, este 2018 com el lema “Protegidos colectivamente. Las vacunas funcionan”. En un año marcado por el comportamiento irresponsable de ciertos representantes políticos, es una buena idea recordar algunos de los principios por los que las vacinas siguen siendo la mejor opción conocida.
Para esto, decidí recuperar y traducir la carta abierta de Roald Dahl de 1988 sobre el tema. A pesar de su antigüedad, por desgracia, muchas de las cosas que dice el escritor galés continúan siendo aplicables hoy y, de hecho, ha disfrutado de una renovada popularidad a través de la red en los últimos años. También nos devuelve una perspectiva que tenemos olvidada, y que mucha gente relaciona con las actitudes retrógradas que se oponen a la vacunación: tenemos tan normalizado un mundo sien el efecto de ciertas enfermedades que podemos pensar que siempre fue así. Pero no lo fue, hubo un tiempo en el que morir o quedar con graves secuelas por el sarampión, la polio, la viruela u otras enfermedades era lo más normal del mundo. Así lo cuenta Roald Dahl:

Sarampión: una enfermedad peligrosa

Olivia, mi hija mayor, cogió el sarampión cuando tenía siete años. Mientras la enfermedad desarrollaba su curso normal, me recuerdo leyéndole a menudo en la cama, sin sentirme especialmente alarmado por ella. Entonces, una mañana, cuando estaba camino de la recuperación, yo estaba sentado en su cama mostrándole como hacer animalitos de hilos de colores, entonces llegó su vez de hacer uno y noté como sus dedos y su mente no estaban trabajando conjuntamente y no podía hacer nada.

«¿Te sientes bien?» Le pregunté.

«Tengo sueño», dijo.

En una hora, estaba inconsciente. En doce horas estaba muerta.

El sarampión se había convertido en una cosa terrible llamada encefalitis por sarampión y no había nada que los médicos pudieran hacer para salvarla. Fue hace veintiséis años, en 1962, pero incluso ahora, si un niño con sarampión desarrolla la misma reacción mortal de la enfermedad que Olivia desarrolló, sigue sin haber nada que la medicina pueda hacer para ayudarla.

Por otra parte, hoy hay algo que los padres pueden hacer para asegurarse de que este tipo de tragedia no suceda a unos de sus hijos. Pueden empeñarse en que sus niños estén vacunados contra el sarampión. Es algo que yo no pude hacer por Olivia en 1962 porque en aquellos días aún no había sido descubierta una vacuna fiable contra el sarampión. Hoy, todas las familias tienen a su disposición una vacuna segura y confiable y lo único que tienes que hacer es hablar con el médico para que la administre.

Aun no es algo mayormente aceptado que el sarampión pueda ser una enfermedad peligrosa. Créeme, sí que lo es. Y en mi opinión los padres que rechazan vacunar a sus hijos, están poniendo sus vidas en riesgo. En América, donde la vacunación contra el sarampión es obligatoria, esta enfermedad, así como la viruela, fue virtualmente erradicada.

Aquí en Gran Bretaña tenemos aún cientos de casos de sarampión todos los años, ya que muchos padres y madres rechazan, bien sea por obstinación, ignorancia o miedo, que sus hijos sean vacunados. Además de esto, más de 10.000 sufrirán efectos secundarios de una forma o de otra. Por lo menos 10.000 desarrollarán infecciones de oído o de pecho. Unos 20 de ellos morirán.

ENTENDAMOS ESTO.

Cada año más o menos 20 crianzas morirán en Gran Bretaña de sarampión.

Y cuáles son los riesgos que afrontan tus hijos por ser vacunados?

Son casi inexistentes. Escucha esto. En un distrito de más o menos 300.000 personas, hay solo un niño cada 250 años que desarrollará efectos secundarios serios por la vacina del sarampión. Esto es máis o menos una posibilidad de una contra un millón. Pienso que hay más posibilidades de que tu crianza pueda morir atragantada por una chocolatina que de ponerse seriamente enferma por la vacuna del sarampión.

Entonces que demonios es lo que te preocupa? Es practicamente un crimen dejar que tu hijo continúe sin vacunar.

El momento ideal para hacerlo es a los 13 meses, pero nunca es demasiado tarde. Todos los niños en edad escolar que aún no recibieran una vacuna contra el sarampión, deberían pedirles a sus padres que se la proporcionen lo antes posible.

Por cierto, dediqué dos de mis libros a Olivia. El primero fue «James y el melocotón gigante». Eso fue cuando aun estaba viva. El segundo fue «El Gran Gigante Bonachón», dedicado a su memoria después de que muriera de sarampión. Verás su nombre al inicio de cada uno de estos libros. Y sé lo feliz que sería se pudiera saber que su muerte ayudó a ahorrar un buen número de muertes y enfermedades entre otros niños.

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