La luz en los ojos
Tal y como yo lo recuerdo, no abrí mi primer blog el día de mi aniversario, aunque no puedo negar que siempre empleé este día para reflexionar y hacer cuentas. Cuando las listas de la wikipedia eran una novedad, recuerdo emplearlas para recopilar todas las cosas que habían pasado un dos de marzo. El día que nació Lou Reed y el día que se fue Philip K. Dick, del que leí en alguna parte (que no encuentro y que quizás ni siquiera es cierta) que había estado obsesionado con la fecha desde años atrás. Mi madre siempre cuenta que escogí nacer tarde, media hora antes de la media noche, algo que en la familia siempre se relacionó con mis impulsos noctámbulos y de fiesta. También puede ser que el 3 de marzo, día de nacimiento de Eladio Fernández y Marino Dónega, entre otros, y día de defunción de Pachelbel el del canon, no me dijera nada del punto de vista cultural. ¿Quien puede competir con Lou Reed o Philip K. Dick? Bien, David Bowie. Y con ambos, pero enero ya había pasado y quedaba ya demasiado lejos.
En cualquier caso hoy se cumplen demasiados años de mi nacimiento y un año del traslado de este blog a su nueva casa. No niego que fue un año difícil. Un día estaba preparando un risotto para unas chavalas y escribiendo cosas indignadísimas sobre Filgueira Valverde y al día siguiente, y durante muchos meses, estaba participando en asambleas y entrando en la tensión de los trabajos hercúleos, con jornadas de tantas horas que harían estremecer al viejo Engels. En este año defendí mi tesis sobre el campo literario gallego de la posguerra, o sobre Galaxia, dependiendo de las fuentes. En este año… no puedo decir mucho más. Encontré viejos amigos, escribí algunas cosas, resolví otras, tuve nostalgia «por poderes» de Barcelona y de otro tiempo más fácil, eché de menos a mucha gente y tuve algunos de los días más extraños de mi vida (una tendencia que, sospecho, continuará). En cierto sentido, lo despedí el domingo pasado, recordando a poetas punks en A Coruña, que es siempre es una forma excelente de cerrar los ciclos. Pienso que todo fue para bien, pero recibo esta edad con una cierta sensación de tiempo perdido, seguramente porque ha sido mucho el que exigieron las tareas de este año. Cumplo los años que tenía mi padre la primera vez que le pregunté los años que tenía. Y nunca olvidaré la sensación de que eran muchos, muchísimos, demasiados.
Para otro día quedan las reflexiones debidas sobre este blog, sobre esa ciudad fantasma en la que se convirtió (o en la que convertimos) la blogosfera gallega, sobre el discurso de A Raíña, o sobre la literatura de estos días y su hipotético futuro. Hoy sólo quiero recordar, como hice hace muchos años, en un dominio que no llevaba mi nombre, el recuerdo de esta sorpresa, de esta luz de vida que insiste, tanto tiempo después, en seguir golpeando los ojos.