Año Lois Pereiro
Volvemos a Monforte en el comienzo de otra primavera para participar en los actos que dan el nombre de Lois Pereiro a la Casa de la Cultura y a la Biblioteca Municipal. En un país tan dado a los olvidos como este no deja de ser un triunfo colectivo que una figura como Lois perpetúe su memoria en la cabecera de los centros culturales de su ciudad. «Mucho mejor que un paseo marítimo o un buque de guerra» decía Xosé Manuel Pereiro en el acto. Y por supuesto mucho mejor el nombre de un poeta que el de un título nobiliario (Conde de Lemos, hoy en manos de la Casa de Alba), tal y como algún grupo político propuso.
Fue inevitable recordar ayer el 2011, el año en el que el fenómeno Lois consiguió revolucionar una fecha en riesgo permanente de anquilosamiento como es el Día de las Letras Gallegas. A pesar de que ciertos sectores sociales consideraron polémico que un autor apegado a la marginalidad urbana como Lois Pereiro protagonizara la gran fecha de la cultura gallega, lo cierto es que hoy, cuatro años después, el balance que quedó no puede ser más positivo. Por primera vez en décadas las Letras Gallegas implicaron en su fiesta a toda la sociedad. De las casas okupas a las salas de la Academia, y de los actos oficiales a los bares y pubs. No fue sólo casualidad ni fue el secuestro académico de un poeta popular. La figura de Lois fue siempre la de un autor con un noción culta de la creación literaria que sin embargo (y a diferencia de la mayoría de sus compañeros de generación) nunca dejó de entender que la cultura popular también era cultura
No sabemos que puede dar de si el «Año Lois Pereiro» con el que el ayuntamiento de Monforte completó su homenaje al autor, sin embargo, seguramente no seré el único en verlo como una oportunidad para remontar un año cultural que, hasta hace unas semanas, parecía que sería tétrico y terrible. Tras unos años de recuperación innegable del contacto con la población, la Real Academia Gallega escogía para 2015 la figura de Filgueira Valverde, un autor que colaboró activamente con el franquismo, y por tanto, también con el genocidio cultural que este efectuó sobre la lengua y el pueblo gallego. Por primera vez, y a pesar de no ser la primera figura polémica que pasaba por el 17 de mayo, varias asociaciones culturales se negaron a conmemorar a un autor escogido para el Día de las Letras. Sin embargo lo que más abundó y lo que más preocupa es el silencio, que hace presentir un 17 de mayo monopolizado por el estamento político y por aquellos grupos culturales con un interés ideológico o económico en el autor.
Las comparaciones son odiosas, pero a veces también inevitables. No era a primera vez que pensábamos en Lois y en el 2011 desde la decisión de la Academia. Y ahora que hay una propuesta para celebrar también este 2015 de otra forma resulta imposible no pensar en las figuras que hacen crecer una sociedad y como siguen a ser referentes por encima de aquellas que apostaron por reprimirla y empequeñecerla. Una vez más miramos para el poeta del amor y la enfermedad con esperanza, como ese punto de encuentro de la diversidad de una cultura, como una apuesta abierta hacia el futuro, como un intento de detener para siempre jamás la rueda de la infamia. No hay mejor nombre para una biblioteca.