11/05/2021 by marioregueira

La emergencia

 

Emergency! do usuario de Flickr Seabamirum Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0)

Una de las primeras cosas que hace el personal médico cuando llega al lugar de un accidente es entretener a aquellas personas deseosas de ayudar. Para que los profesionales puedan atender sin interferencias a las personas heridas es indispensable mandar primero a aquella señora tan preocupada a la farmacia más próxima a por gasas o al chaval que hizo un curso de reanimación para que compruebe que el tráfico se desvía del lugar. Atender una emergencia supone también reubicar esas buenas voluntades.

Es una dinámica que me recuerda muchas veces al estado de la cultura gallega. Nuestra crisis, nuestra identidad amenazada, nuestra situación precaria, es una parte central e inherente a nuestro propio relato cultural. Somos un accidente, no en el sentido de un hecho fortuíto, sino en el de una situación de emergencia. Esto lleva aparejada una cierta sensación constante de urgencia que abre el camino a todo un árbol de ansiedades posibles.

La literatura gallega vivió siempre obsesionada por todos esos elementos que la podían habilitar como una literatura equiparable a otras de su propio contexto. Pérez-Barreiro Nolla cuenta en sus memorias como Ramón Pino era incapaz de entender la utilidad editorial de traducir y publicar más obras de Shakespeare que el MacBeth. “Shakespeare ya está”, decía, la cultura gallega es un conjunto de elementos a ser tachadaos, la de las grandes voces de la literatura universal es sólo una de sus listas.

Una de esas grandes ansiedades fue la del mercado. La tímida descentralización de la España posfranquista y la entrada del gallego en la enseñanza permiten por primera vez una proyección editorial que pueda aspirar la algo más que al resistencialismo de las décadas anteriores. La literatura gallega pasa a tener el deber de construir un mercado editorial para demostrar su equiparación con otras, para demostrar que nuestra emergencia no habla sólo de un accidente, sino también del acto de emerger.

Podríamos decir que el tema del mercado propio salió de forma poco óptima, por lo menos si juzgamos la persistencia de nuestra obsesión con el tema más de cuarenta años después. El mercado editorial gallego es una constante, una obsesión que se retroalimenta y trata de justificarse, sedimentando una noción de lo que debe ser normal, señalando furioso sus supuestos defectos y procurando responsables sin cesar. No lo sabemos, pero muchos de los indicios de nuestra supuesta anormalidad son enormemente frecuentes en otros contextos. Aun hace poco leía una queja sobre los críticos absurdamente benevolentes, empeñados en señalar cada novedad editorial como una verdadera obra maestra sin fisuras. La escribía George Orwell en los años 30 hablando del contexto británico, pero podríamos jugar a cambiar nombres y lugares para que sirviera a nuestro país. Lo que nunca cambiaremos es nuestra sensación de que todo lo extraño que nos ocurre no es más que un reflejo del defecto estructural que nunca superaremos. No nos engañemos, si se encontraran de frente con la tan ansiada “normalidad”, la mayoría de los actores del panorama cultural gallego no serían siquiera capaces de reconocerla.

PITR “Pierre Bourdieu” do usuario de Flickr Strifu Attribution-NonCommercial-ShareAlike 2.0 Generic (CC BY-NC-SA 2.0)

Donde te ves en el canon? Le preguntaron una vez a Stephen King. “Entre los primeros del segundo rango, donde está hoy Somerset Maugham”. Casi nadie recuerda al que llegó a ser el autor mejor pagado del mundo, pero seguimos leyendo y debatiendo otros contemporáneos suyos que nunca vendieron tanto. Es probable que dentro de cien años pase lo mismo con Stephen King, él por lo menos así lo cree, y demuestra con eso tener una visión más lúcida de las dinámicas literarias de lo que acostumbra a ser común entre los escritores de best-sellers.
Debemos priorizar un mercado literario gallego guiado principalmente por valores capitalistas? La obsesión por una normalidad sin referente reconocible insiste en que sí, a pesar de que muchas de las personas que lo defienden saben (o deberían saber) que el valor de una obra literaria corre vías diferentes, e incluso contrarias, a las del beneficio capitalista. Por decirlo de forma sencilla: ni siquiera los mercados literarios de los países capitalistas se rigen por este principio, como podría demostrar la perspectiva de un autor como Stephen King. Pero ahí iremos nosotros, “normalizándonos”, como siempre, por encima de nuestras posibilidades.

Nada nuevo bajo el sol, no hace falta ser de los que pintan graffitis de Pierre Bourdieu en los muros para saber de estas cosas, en realidad estas posturas mercado-céntricas ni son nuevas, ni son específicas de nuestro contexto. Es bastante frecuente escucharlas entre personas con pocas o ninguna pista sobre como funcionan las dinámicas literarias. Lo preocupante es cuando vienen de personas con una supuesta formación e incluso con algún papel determinante en el mundo editorial gallego.

Y no pongo en entredicho las buenas intenciones de estas personas ni su preocupación ante nuestra crónica situación de emergencia. Sólo me pregunto si no será hora de encargarles que vayan a comprar gasas.

#Crítica#Galiza#George Orwell#Literatura galega#Mercado editorial#Pierre Bourdieu#Stephen King

28/04/2021 by marioregueira

Primera presentación de Narrativa e imaxinario

La vida es aquello que ocurre mientras estás ocupado planeando otras cosas. La cita de Lennon siempre me pareció acertada, pero nunca me vi tan identificado con ella como el año pasado, en los primeros meses da pandemia.

Ahora estamos acostumbrados, pero recuerdo aquellas primeras semanas como un remolino vago de extrañeza. Una noche volvía de cenar ocn unos amigos en un restaurante perdido en las afueras de A Estrada, justo después de la presentación de un libro, y al otro estaba viendo al ejército pasar por mi calle mientras una calma tensa al borde del estallido se hacía con todo. Con el paso del tiempo, me doy cuenta de que recuerdo más aquella sensación de suspensión e inquietud que el primer contacto con los geles viscosos o la sensación extraña de la máscara médica sobre el rostro.

A finales de aquel marzo que se nos rompió, yo tenía una cita en Compostela para presentar Narrativa e imaxinario nacional na reconstrución do campo literario na posguerra (1936-1966), el libro que nació de mi tesis de doctorado. Estarían conmigo el editor Manuel Bragado y o mi compañero de esfuerzos, confidente académico y director Arturo Casas. No recuerdo un drama especial cuando intercambiamos un par de mensajes para comentar lo evidente: quedaba cancelado, al igual que mi siguiente recital poético y al igual que toda la actividad pública de la cultura gallega. El ruido de fondo era mucho más alto que el que hacía una presentación más al caer.

Hoy, más de un año después, y en medio de las conquistas de las nuevas normalidades, tengo cita de nuevo para presentar este libro. Será virtualmente, gracias a la UNICEPE de Porto, e volveré a encontrarme con Arturo Casas y, espero, con muchas de vosotras.

#Arturo Casas#Literatura de posguerra#Literatura galega#Narrativa e imaxinario nacional#Porto#Portugal#Presentacións#UNICEPE

23/02/2016 by marioregueira

Calle Álvaro Cunqueiro

Estatua de Cunqueiro en A Coruña – Adaptación de la imagen de J.L. Cernadas Iglesias – CC BY 2.0

Me sorprendió en los últimos meses la campaña en defensa de la calle que Álvaro Cunqueiro tiene en Madrid, especialmente por los tópicos que resucita al hablar del mindoniense. Los argumentos resaltan su trabajo a favor del Estatuto de Galicia (1936) y su militancia en el Partido Galeguista, y disculpan su acercamiento a la extrema derecha aludiendo a un momento de debilidad que habría quedado purgado de sobras con su posterior trabajo literario.

Puede ser cierto que la figura del dictador no le dijera gran cosa al fabulador de Mondoñedo. Sin embargo, eso es un simple detalle que no se mueve de un cierto referente personal. Que Cunqueiro abjure de Franco en el final del franquismo es un detalle puntual, su ideología, desde los primeros días del Partido Galeguista hasta los años ochenta, se mueve en una línea claramente reaccionaria que sólo muy relativamente discrepa con la del falangismo (hay que recordar que el falangismo de la revolución social también cae en desgracia bajo la dictadura). La divergencia de Cunqueiro es territorial y habla del papel de Galicia, a la que considera su identidad étnica y de la que reivindica, hasta muy tarde, su papel privilegiado en la constitución de una supra-identidad española y de una Europa cristiana a la que llega a aludir fugazmente como su verdadera nación. Aunque esta vocación pro-gallega nos tocó de una forma muy importante, resulta absurdo desvincularla de todos sus matices ideológicos, muy semejantes a los que otros falangistas históricos hicieron valer en relación a la diversidad del Estado español. Del mismo modo, resulta muy inocente pensar que, en un Partido Galeguista en el que acontece una escisión derechista en el año 36, esa corriente de pensamiento no tenía sus propios simpatizantes, y que muchos de ellos no tuvieron mayor problema en sumarse al levantamiento fascista.

Placa na casa natal de Mondonhedo - Adaptada da original do usuário de Flickr madeira_de_uz - CC BY-NC-SA 2.0

Placa en la casa natal de Mondoñedo – Adaptada de la original del usuario de Flickr madeira_de_uz – CC BY-NC-SA 2.0

Cunqueiro sale del Madrid en el que hoy tiene una calle en el año 1947. Deja de ser un periodista afín al régimen y bien situado en la capital para volver a su Mondoñedo natal. Hay quien marca ya en ese año su caída del caballo y su alejamiento del franquismo como ideología. Lo cierto es que no está muy claro que es lo que lleva al mindoniense a volver a casa, pero la hipótesis de la discrepancia ideológica es la última que se baraja. Un desfalco realizado a un periódico o una estafa a un diplomático son las primeras pistas. Cunqueiro es expulsado de la Falange y tiene que irse de la capital, pero su falta de entendimiento con el franquismo está lejos de ser una ruptura ideológica. En todo caso, no deja de ser una versión personal y rápida de otros alejamientos progresivos de una parte de la extrema derecha española, que comienza a ver en el régimen de Franco una dictadura burocrática que traiciona los horizontes de la revolución social y nacional que esperaban. No puede negarse, sin embargo, que el regreso a Galicia es también un regreso a la lengua gallega y que, en ese sentido, su papel en la recuperación posible de un contexto arrasado literalmente por el fascismo fue fundamental. Cunqueiro da algunas de las mil primaveras que pone como objetivo para nuestra literatura.

A pesar de eso, el mindoniense no dejó de manifestar su clasismo y su racismo a lo largo de toda su trayectoria. Que en algún momento hable de la falta de conexión con el franquismo es un simple detalle. En los años sesenta se manifiesta en contra de la independencia de las colonias africanas y de que el voto en la ONU de esas nuevas naciones llegue a valer lo mismo que el de un país europeo. En los años setenta al ser preguntado por su participación en una antología bélica en homenaje a José Antonio Primo de Rivera, apunta que el poema es malo, pero que no puede avergonzarse por cantar las glorias de un joven que muere por sus ideas. Entre los rumores no comprobables está también la historia en la que pide que desparasiten la caseta de la Feria del Libro en la que tiene que firmar, pues antes que él había firmado Marcelino Camacho, diputado comunista en aquella altura. No cabe duda de que, si el autor ya no se consideraba franquista, no era porque su pensamiento reaccionario hubiera menguado un ápice.

Detalle de la estatua de Cunqueiro en Mondoñedo - Original de Saúl Rivas - CC BY-NC-SA 2.0

Detalle de la estatua de Cunqueiro en Mondoñedo – Original de Saúl Rivas, CC BY-NC-SA 2.0

Son méritos suficientes para que figure en la lista de franquistas que deben desaparecer del callejero de Madrid? Lo cierto es que si Cunqueiro no fuera gallego su defensa sería muy difícil de sustentar por muchas de las personas que se aventuraron en ella. Por otro lado, la mayor parte de las voces que salen en su defensa emplean el argumento del miedo y del “falangismo conyuntural” con demasiada ligereza. No podemos pedirle a nadie que no cometa errores, tampoco que se autoinmole en medio de una guerra, pero la cultura gallega está demasiado acostumbrada a disculpar alegremente los que, de una u otra forma, acabaron integrados, más allá de la coyuntura, en la gran maquinaria franquista, aprovechándose económica y socialmente de ella. Que Cunqueiro tuviera que salir precipitadamente de esa maquinaria tras diez años de colaboración es un acaso que no puede convertirse en un acto heroico. Poner esa escaramuza a la altura de muchos autores que en ese momento estaban en prisión o resignados a un exilio sin fin es algo aún peor y contribuye a la falta de perspectiva histórica que nuestra cultura sigue ejercitando cada vez con más intensidad.

No cabe duda de que la calle de Cunqueiro es defendida por gallegos de izquierdas que tratan de aferrar algo que va más allá de la propia figura del mindoniense. Una representación cultural de Galicia en la capital de España, un reconocimiento de nuestra cultura olvidada por el centralismo. O la magia y la gastronomía como cenit identitario gallego, algo de lo que también habría mucho que hablar y que, no por acaso, moviliza también al gobierno de derechas que hoy ocupa la Xunta de Galicia. El desencuentro es evidente y no deja de ser, de nuevo, una tensión territorial. Cunqueiro en Madrid es un escritor franquista de provincias que ganó un premio Nadal. Cunqueiro en Galicia es el regenerador de toda una literatura ahogada por un levantamiento militar en el que, irónicamente, colaboró con un idealismo reaccionario que lo sobrepasaba. Por desgracia, sólo en el segundo caso cabe preguntarse si la obra del mindoniense redime parte de sus errores persistentes. Y muchas personas ni siquiera estaríamos seguras de la respuesta a esa pregunta.

#Activismo e resistencia#Álvaro Cunqueiro#Literatura galega#memoria histórica

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