02/03/2020 by marioregueira

(galego) As chamadas

12/02/2017 by marioregueira

Aeropuerto Rosalía de Castro

En Liverpool no hay un Auditorio John Lennon, pero sí hay un aeropuerto. En Rio de Janeiro uno de los dos, el antiguo Galeão, está dedicado Antonio Carlos Jobim, que lo mencionaba en Samba do Avião y que, segundo parece, tenía además miedo a volar (el otro está dedicado al pionero de la aviación Santos-Dumont, para compensar). Los criterios que emplean los países para estas cosas son siempre ambiguos. Tengo la sensación de que la mayoría de las veces es una mezcla de atracción turística y de honra menor y que en muchas ocasiones se ponen nombres a aeropuertos que nunca llevarían otras cosas más importantes. Otras veces la política es no tocar los topónimos originales para no hacerlo peor. Seguramente mi opción favorita.

Adaptada de Above Us Only Sky de Martjin Van Es – CC BY-NC-SA 2.0

No me opongo, aún así, a que Rosalía de Castro dé nombre al aeropuerto de Compostela, simplemente me pregunto si fue un movimiento inteligente. El principal argumento que escucho dice que Rosalía va a dar la bienvenida a miles de visitantes de todo el mundo. En mi última visita a Edimburgo, llegando a la estación de tren de Waverley fui consciente por primera vez de que estaba bautizada en honor de una novela (y ciclo narrativo) de Walter Scott. Las citas del autor, que tiene en la ciudad el mayor monumento nunca dedicado a un escritor, daban la bienvenida a quien viajaba sin que nadie tuviera la idea genial de marcarlo en un epónimo. En cierto sentido, la relación entre Edimburgo y su hijo Walter Scott es tan intensa que ciertas cosas están de más. ¿Será que Compostela fracasó a la hora de marcar su relación con la poeta romántica hasta el punto de tener que estampar su nombre en la puerta de entrada?

Edimburg from Scott Monument, Oliver-Bonjoch, CC BY-SA 3.0

Personalmente creo que hay homenajes mucho más acertadas y que no precisarían del visto bueno del Ministerio español de Fomento. Sin entrar en las múltiples referencias rosalianas que hay en la propia ciudad, estoy seguro que incluso cosas como asegurar el empleo del gallego por parte de las compañías aéreas o la disponibilidad de literatura en nuestra lengua en la terminal están mucho más en el espíritu de Rosalía que la simple adopción de un nuevo nombre para Lavacolla. También son mucho más difíciles y requieren de un trabajo constante, claro.
Una segunda cuestión es en que medida la memoria de Rosalía, sin ninguna relación estrecha con Lavacolla ni con la aviación, puede servir para ocultar otros elementos históricos.
Yo tenía una propuesta clara, sin ninguna relación con Lavacolla: el único aviador galleguista que tuvimos, Elixio Rodríguez, de quien el país gallego precisaría una poca de su suerte prestada. Pero aparte de mi apuesta personal, hay otra aún menos evidente que sin embargo apela la una relación íntima con el propio aeropuerto. Pasaría por reivindicar su pasado como campo de concentración franquista. Aunque se hicieron homenajes, y hay alguna placa, siempre lejos de la vista de los pasajes y del turismo, es preocupante que mucha gente desconozca que el aeropuerto fue construido con mano de obra esclava de prisioneros de la Guerra Civil Española.

Insignia de piloto, República española, Pla – CC BY-SA 3.0

Supongo que un nombre como Aeropuerto Internacional Antifascistas de Lavacolla está fuera del debate, reabre viejas heridas que una autora, gallega y española como Rosalía está lejos de poder tocar. También quedaría mal a la hora de comprar souvenirs en alguna de las tiendas, que seguro saldrán ganando al representar la efigie de la poeta. A fin de cuentas, más que de su legado ético y literario, este pueblo es heredero del viejo costumbre de hacer de Rosalía una feria.

#Activismo e resistencia#Cotidiano#Guerra Civil española#Lavacolla#Literatura#Rosalía de Castro#Santiago de Compostela

30/04/2016 by marioregueira

Suerte

Four Leaf Clover, original de la usuaria de Flickr Claire –CC BY-NC-ND 2.0

No es una palabra que emplee a menudo, justo por eso me sorprendí a mi mismo repitiéndola casi a diario durante mi viaje por el norte de la Gran Bretaña. Y no de cualquier manera, sino como final de conversación, casi como substitutiva de las fórmulas de despedida. No diga adiós ni hasta luego, diga sencillamente suerte.

Algo que ya sabía, pero que se hizo especialmente notable eses días fue la cantidad de gente que tenemos fuera. En todos los destinos, buscada o por azar, acababa hablando con una persona de Galicia. Un par de correos son suficientes para confirmar que aquel viejo conocido de Ferrol está trabajando en Manchester, que otra busca empleo en Liverpool y que alguna más trata de ampliar estudios en Escocia. Unas pintas ayudan a crear una breve pero intensa sensación de hogar. De por medio, las inevitables historias, casi todas con un punto de inflexión situado en el final de la década pasada, la crisis general, pero especialmente la crisis cultural de Galicia arrasando como una riada invisible con vidas y proyectos. Nunca nos cansaremos de repetir que no defendemos sólo la lengua y la cultura gallega por amor, sino porque era una fuente de riqueza material que los gobiernos de la derecha se encargaron de destruir.

Xigantes Parados

Xigantes parados, original del usuario de Flickr termitero gnu –CC BY-NC-SA 2.0

Del otro lado los casuales. La mayor parte de las veces en pubs y restaurantes, alguien del personal que te escucha hablar y que te pregunta timidamente de donde eres. Galician, contestas, esperando la cara de confusión o las preguntas que siempre siguen a esa afirmación. Pero lo que encuentras es una sonrisa y unos ojos brillantes. Yo también, de que parte eres? No me sorprende seguir encontrando ferrolanos y ferrolanas. Después de todo, como comentaba alguien, la gente que falta en nuestra ciudad tuvo que ir para algún lado, no puede haberse evaporado sin más. Galicia es una de las regiones europeas con el paro más alto y con una población más envejecida, una tendencia que se afianzó durante los dos últimos gobiernos de Feijoo pero que, como en la época franquista, no tiene en cuenta en sus cálculos a las personas que faltan. Las personas que faltan explican el envejecimiento prematuro y convierten los datos del paro en un auténtico escándalo. Seguramente son una parte de lo mejor del país. Gente dispuesta a ayudarte, que te pregunta si también te vas a quedar en la ciudad, que sabe donde conseguir cerveza gallega y que te regala tarjetas de teléfono para que tú también puedas llamar a casa. Personas que guardan un orgullo extraño y primario por el país que dejan atrás, sumergido en las sombras. Si sois de Galicia no os compensa subir a las Highlands, no son mejores que nuestros paisajes.

Good Luck From London

Postal de los años cuarenta publicada por Rescued by Rover –CC BY-NC 2.0

Para algunos pueblos la migración fue un accidente histórico, una fase en la que poblar tierras lejanas o participar en la construcción de nuevos países. Para nosotros es un clásico, una tendencia que nunca pasó de moda. El barco negrero del que hablaba Otero Pedrayo sigue funcionando, aunque los esclavistas refinaran sus métodos. Los gallegos que se encuentran en una taberna y que se toman por extranjeros hasta que les da por entonar una cantiga siguen perdidos por los pubs del norte. Todas las historias del siglo pasado siguen sirviendo hoy. Sólo hay que adaptarlas un poco.

Tengo, como todo el país, un recuerdo preciso de las penurias que las distintas ramas de mi familia encontraron en sus migraciones. La confusión de una lengua extraña, las humillaciones que sufre todo trabajador extranjero. La soledad de la familia y de lo que no es la familia. Los comienzos difíciles y las casi inmediatas incertidumbres por el futuro. El retorno como un deber o como una tentación. No sé como se despedirían los migrantes de nuestra tierra hace cien años. Quizá mencionaban santos católicos o añadían un épico Terra a Nosa al final de la conversación. Yo deseo suerte. Me gustaría decir que habrá regreso, que vamos tumbar a estos ladrones y recuperar el país, que nos volveremos a encontrar paseando por las calles de Ferrol o Compostela. Que entraremos por las puertas de Galicia en hordas, como quien asalta un castillo. Pero sólo consigo levantar la mano y pensar en la dureza de la nueva vida. Y deseo suerte. Aunque también me pregunto si no serán ellos quien deben deseármela la mí y a todas las personas que se van a quedar en este país desharrapado.

#Activismo e resistencia#Cotidiano#Emigración#Gran Bretaña

20/03/2016 by marioregueira

El blues, el jazz y la bossa nova

17/03/2016 by marioregueira

Beti izango dugu Bilbao

bilbo

Hay ciudades que conoces antes de poner el pie en ellas. Lo pienso ahora desde Bilbao, en mi tercera visita a la ciudad. Todas en los últimos años, todas con esa sensación extraña de estar pisando territorio conocido, como si mis sueños de la última década sucedieran al lado del Nervión o como si una vida pasada palpitase aún en mi memoria. No, no hay nada místico en la sorpresa con la que redescubro estas calles, estos locales, los amigos que aparecen como si llevaran toda una vida esperando por mí.

Desde finales del siglo pasado la cultura vasca se infiltró en una parte de la juventud gallega. Comenzábamos en el instituto cantando “Mierda de ciudad” y haciendo circular viejas cintas del rock radikal. Aunque ninguna de esas trayectorias nos dejaría tan asombrados cómo la de Fermin Muguruza. Aún recuerdo la sensación de poner por primera vez la cumbre de Negu Gorriak. Los dos dobermans negros que abrían el disco Borreroak Baditu Milaka Aurpegi y que nos dejaron una sonrisa congelada y la sensación de que el suelo acababa de temblar bajo nuestros pies. Admiré siempre la trayectoria de Fermin Muguruza por la misma razón por la que admiré a los Clash, porque la clase obrera afloraba más allá de la retórica. No se pasa de los primeros discos de Kortatu a un proyecto como el de Negu Gorriak o al Muguruza en solitario con genialidad ni con medios. Hay evoluciones que sólo se explican metiendo en la ecuación trabajo y consciencia, dos valores que en la frontera de Caranza en Ferrol o en la de San Francisco en Bilbao aun significan algo para la juventud que las atravesó entre los ochenta y los noventa.

sf

La gran eclosión de la carrera de Muguruza en solitario me cogió, sin embargo, en Compostela. Una época en la que el Avante pinchaba cada noche el Big Beñat haciendo temblar el suelo de madera del piso de arriba y en la que nos acostumbramos a encontrar la voz de Muguruza en una de cada dos canciones, entre los directos de Banda Bassotti, el Tijuana No! de una improbable Julieta Venegas o siendo la única voz que gritó Galiza Ceive, Poder Popular en toda la historia de la música gallega, justo en medio del acordeón de los Diplomáticos. Y entre todo aquello, como un impasse necesario, el In-Komunikazioa, algo distinto, también uno de los mejores discos de aquellos años y la posibilidad inesperada de poder poner algo de Muguruza en una tarde entre amigos o como fondo a las noches frías de Compostela. Letras que aprendes de memoria sin saber si las estás pronunciando bien. Canciones que acaban entrando en tu vida inesperadamente. Te levantas al lado de alguien y reparas en el azar que el radio-cd del suelo dio en tocar. Beti izango dugu Bilbao. Y sonreís tristemente. Ninguno de los dos estuvo nunca en Bilbao y sin embargo es la mejor canción para una despedida definitiva. Siempre nos quedará Bilbao, dices mientras os brillan los ojos y arriesgáis un último abrazo. Siempre nos quedarán las ciudades nunca vistas, las canciones que Sam o Muguruza pueden tocar de nuevo una y otra vez para recordarnos que nunca subimos la aquel avión.

No debió de ser casualidad que hablara de los bereberes y de Casablanca en Tanxerina, que el reggae de los blancos europeos sea uno de los temas de L’affiche rouge y que una de las protagonistas diga aquello de que el verdugo es el hombre de las mil caras. Hace unos meses me sorprendía el título del último disco de Fermin: Nola. La vieja Nueva Orleans por la que pasearon mis personajes hace años. La geografía en la que nos movemos es la misma, y sólo la casualidad hizo que no coincidiéramos en algún bar de Perdido Street. Por eso puedo pasar al lado del Antzokia recordando las canciones de conciertos en los que nunca he estado. Atravesar la Zubizuri consciente del paso que marcó entre dos orillas y dos épocas de la ciudad. Saludar con una sonrisa a las imágenes del Che Guevara y Abd el-Krim que esperan en las paredes del Bere-bar de San Francisco, no muy lejos de la Anti, la libraría en la que presenté uno de mis libros hace un par de años. Y recordar que siempre nos quedará Bilbao. Esa ciudad que evocamos una vez, hace mucho tiempo, en una habitación en Compostela y que, sin verla nunca, formaba parte de nosotros. Dos ex-amantes en una ciudad lejana, dos miembros de la resistencia con heridas que aún duelen al caminar sobre estas piedras.

amaz

#Bilbao#Cotidiano#Euskal Herria#Fermin Muguruza#Música

12/04/2015 by marioregueira

Año Lois Pereiro

Casa da Cultura

Volvemos a Monforte en el comienzo de otra primavera para participar en los actos que dan el nombre de Lois Pereiro a la Casa de la Cultura y a la Biblioteca Municipal. En un país tan dado a los olvidos como este no deja de ser un triunfo colectivo que una figura como Lois perpetúe su memoria en la cabecera de los centros culturales de su ciudad. “Mucho mejor que un paseo marítimo o un buque de guerra” decía Xosé Manuel Pereiro en el acto. Y por supuesto mucho mejor el nombre de un poeta que el de un título nobiliario (Conde de Lemos, hoy en manos de la Casa de Alba), tal y como algún grupo político propuso.

Fue inevitable recordar ayer el 2011, el año en el que el fenómeno Lois consiguió revolucionar una fecha en riesgo permanente de anquilosamiento como es el Día de las Letras Gallegas. A pesar de que ciertos sectores sociales consideraron polémico que un autor apegado a la marginalidad urbana como Lois Pereiro protagonizara la gran fecha de la cultura gallega, lo cierto es que hoy, cuatro años después, el balance que quedó no puede ser más positivo. Por primera vez en décadas las Letras Gallegas implicaron en su fiesta a toda la sociedad. De las casas okupas a las salas de la Academia, y de los actos oficiales a los bares y pubs. No fue sólo casualidad ni fue el secuestro académico de un poeta popular. La figura de Lois fue siempre la de un autor con un noción culta de la creación literaria que sin embargo (y a diferencia de la mayoría de sus compañeros de generación) nunca dejó de entender que la cultura popular también era cultura

crachás

No sabemos que puede dar de si el “Año Lois Pereiro” con el que el ayuntamiento de Monforte completó su homenaje al autor, sin embargo, seguramente no seré el único en verlo como una oportunidad para remontar un año cultural que, hasta hace unas semanas, parecía que sería tétrico y terrible. Tras unos años de recuperación innegable del contacto con la población, la Real Academia Gallega escogía para 2015 la figura de Filgueira Valverde, un autor que colaboró activamente con el franquismo, y por tanto, también con el genocidio cultural que este efectuó sobre la lengua y el pueblo gallego. Por primera vez, y a pesar de no ser la primera figura polémica que pasaba por el 17 de mayo, varias asociaciones culturales se negaron a conmemorar a un autor escogido para el Día de las Letras. Sin embargo lo que más abundó y lo que más preocupa es el silencio, que hace presentir un 17 de mayo monopolizado por el estamento político y por aquellos grupos culturales con un interés ideológico o económico en el autor.

Las comparaciones son odiosas, pero a veces también inevitables. No era a primera vez que pensábamos en Lois y en el 2011 desde la decisión de la Academia. Y ahora que hay una propuesta para celebrar también este 2015 de otra forma resulta imposible no pensar en las figuras que hacen crecer una sociedad y como siguen a ser referentes por encima de aquellas que apostaron por reprimirla y empequeñecerla. Una vez más miramos para el poeta del amor y la enfermedad con esperanza, como ese punto de encuentro de la diversidad de una cultura, como una apuesta abierta hacia el futuro, como un intento de detener para siempre jamás la rueda de la infamia. No hay mejor nombre para una biblioteca.

biblioteca lois pereiro

#Ano Lois Pereiro#Cotidiano#Día das Letras Galegas#Literatura#Lois Pereiro#Monforte de Lemos

02/03/2015 by marioregueira

Nuevos mares

novos mares

Luchamos por él desde los primeros tiempos de la blogosfera gallega, hace casi una década, cuando aún era el .gz la matrícula para la red más reivindicada. Tanto tiempo después era casi una deuda pendiente levantar esta bandera para seguir navegando en nuestros propios barcos, así que, a pesar de la buena compañía que tuvimos siempre en Blogaliza (desde hace poco también blogaliza.gal), llegó el momento de partir hacia nuevas tierras.

La persona que me ayudó a armar este proyecto decía que era un momento interesante para las páginas de autor. En casi una década de crisis económica sabemos bien lo que subterfugios como “momento interesante” quieren decir, así que aceptamos que estamos entrando en un género en crisis y que nuestras torpes destrezas y las limitaciones propias del formato sólo contribuirán a agravarlo. Aun así hay unas cuantas cosas nuevas, quizá la más interesante, la posibilidad de crear una bitácora multilingüe, escrita originalmente en gallego, pero con versiones también para la norma portuguesa y el castellano de las que seguro sabréis disimular las eventuales erratas.

Incluso con todas las innovaciones, no dejo de tener la sensación de que entro en una casa con más habitaciones que los muebles que poseo para llenarla, o a lo mejor son las fuerzas para moverlos en este nueva mudanza las que fallan. Disculpen el desorden, las arenas de Gorée son malas de barrer, y hoy, fecha mágica del 2 de marzo soy, como todos los años, un poco más viejo.

Comenzamos.

#Cotidiano

08/04/2014 by marioregueira

(galego) Na presentación de Ático

26/03/2014 by marioregueira

(galego) Levando libros á fronteira

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